Que David Bowie es una pieza fundamental en la música del último medio siglo es algo que todo el mundo sabe, aunque muchos no sepan ni porqué. Sin embargo y, siempre en mi opinión personal, uno de sus proyectos que más me han gustado es precisamente uno de los más efímeros y malogrados de cuantos ha consumado en su dilatada carrera. Estoy hablando de una insólita banda de rock llamada TIN MACHINE, que vio la luz en 1988 y que solo duró cuatro años. He dicho insólita, pero también podría decir brillante, genial, independiente, elegante, original, incomprendida, y lo más importante: cañera, muy cañera. En definitiva, una genial rareza de gusto exquisito destinada a convertirse en grupo de culto. Y esta es la historia de cómo les conocí.
A principios de los noventa,
Telecinco – Tu pantalla amiga – solía emitir los fines de semana y de madrugada
conciertos de música pop y rock, a veces realmente interesantes. En una de
esas, mi hermano se enteró que pondrían un concierto de Tin Machine, por lo que lo grabó en vídeo sin dudarlo. Al día siguiente me mostró el
concierto de este grupo, que yo, en plena preadolescencia, aún no conocía. Me
dejó absolutamente fascinado. Aquel concierto, realizado en Hamburgo en 1991,
sigue siendo uno de los mejores que he visto en mi vida. De hecho, si este grupo me fascina tanto es
por su espectacular directo y no tanto por sus discos de estudio, cuyo
irregular éxito acabó con el grupo.
Definir su estilo me resulta muy complicado. Soft rock, hard rock, power pop, funk, rock progresivo, glam rock... Por un lado, salvajes solos de guitarra, y por otro, guitarras rítmicas sobrecargadas de chorus, muy al estilo de los ochenta. En todo caso, uno puede apreciar en ellos una fusión de estilos de otros grupos de la época tan dispares como The Godfathers, Talking Heads, Faith No More, Jane's Adiction, Roxy Music o los Pixies. Si a eso le sumamos el hecho de que el líder del grupo sea el camaleónico de Bowie, para qué quieres más. Supongo que cada uno tendrá su concepto de lo que es cool, pero para mi Tin Machine están entre las bandas de rock más cool que he oído.
Una de las cosas que más me llamó la atención en aquel concierto fue que no se trataba del típico grupo en el que todo giraba en torno a una
gran superestrella. Al contrario, en esta ocasión el Duque Blanco era tan solo uno más en el escenario, no
restaba un ápice de protagonismo al resto de músicos que, cargados de carisma y
actitud, tocaban de forma salvaje e implacable.
Entre estos músicos – muy amantes de los excesos – destacaban
principalmente el guitarra solista y el batería. El primero era Reeves Gabrels,
un auténtico virtuoso de las 6 cuerdas, pero desconocido hasta entonces, de
aspecto algo viejuno y también de estar un tanto chiflado. El baterista era
Hunt Sales, otro músico espectacular y con un estilo muy peculiar. Un batería
que demostraba también sus magníficas dotes de cantante solista haciendo la voz
principal en uno de los temas, y dejando así en un segundo plano al mismísimo Bowie.
¡Y encima en calzoncillos! Eso es actitud, chaval. También nos quedamos
perplejos viendo cómo el tío se había colocado la caja, inclinándola hacia
adelante, a diferencia del resto de bateristas del mundo, que se la colocan
inclinada hacia ellos mismos o totalmente horizontal, pero nunca hacia delante.
Afortunadamente, he encontrado en Youtube muchos
fragmentos de este concierto. He seleccionado dos de ellos, imprescindibles.
Este primer vídeo es de uno de sus temas más
movidos y uno de sus mayores éxitos, Under the God. Un auténtico cañonazo, y si no, juzguen
ustedes.
Caprichos del destino, he venido a publicar esta entrada el día del cumpleaños de Bowie. Si lo hago a caso hecho no me sale. Bueno, como sé que me lees, Happy Birthday, my friend!